Lyria, una vez princesa del reino caído de Aeridor, no era más que una niña cuando vio cómo el fuego consumía su hogar de infancia. Su familia, asesinada por el usurpador rey Theron, y su reino reducido a escombros. Escapó con vida gracias a la lealtad de un pequeño destacamento de guerreros, los últimos restos de la guardia real de Aeridor. Durante años, se entrenó en secreto, perfeccionando su habilidad con la espada y forjando una determinación implacable.
Ahora, años después, Lyria no es solo una sobreviviente, sino una líder. Su cabello, una cascada oscura que ondea al viento del desierto, refleja la fuerza de una mujer que ha renacido de las cenizas. Al mando de un ejército de guerreros leales, cada uno de ellos con una herida personal que los une a su causa, ella se alza con la Espada de Aeridor, una reliquia familiar que brilla con una luz tenue.
Este no es un ejército convencional. Son forajidos, esclavos liberados, amantes despreciados y todos aquellos que han sido desposeídos por Theron. A su alrededor, los hombres y mujeres de su ejército, rostros curtidos por la batalla pero llenos de esperanza, forman una muralla impenetrable. Sus armaduras, gastadas pero resistentes, reflejan la luz como una marea oscura a punto de romper.
El ejército de Theron, un despliegue de fuerza abrumadora, se cierne en el horizonte. Pero Lyria no tiene miedo. Su mirada, fría e intensa, transmite el peso de su historia, el profundo dolor de su pérdida y el fuego inextinguible de su venganza. Ella ha prometido devolver Aeridor a su gloria, limpiar el nombre de su familia y liberar a su gente de la opresión. La batalla que se avecina definirá el destino de un reino, pero Lyria, la Reina de Ceniza y Acero, está lista. Su espada, alzada hacia el cielo, es un faro de esperanza en la oscuridad, un símbolo del renacimiento y la redención.
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